No se cuando fue la primera vez que escuché hablar del cambio climático. No se si fue aquella noche extrañísima, de truenos y relámpagos (en Lima esto no sucede, de ahí lo extraño), que presencié desde el jardín de mi abuela hace ya tantos años (el recuerdo se diluye con el tiempo pero lo que nunca podré olvidar es aquel rayo que impactó a escasos 2 metros de donde yo estaba parada y mi madre no me dejará mentir). No se si fue aquella vez, cuando mi padre me habló del Protocolo de Kioto y de que Estados Unidos fue el "único país" que no lo firmó (con los años aclaré que no fue el único, claro, que China tampoco lo firmó, pero es el recuerdo que tengo de esta conversación). No se si fue aquella vez que vi un programa sobre la capa de ozono en Panamericana TV; tan bueno, pero tan bueno que con 13 años me inquietó y lo grabé en mi viejo VHS. No se si fue aquella vez en la que, con dos amigas de colegio, propusimos como tema de la Feria de Ciencias a la "Capa de Ozono" y las moléculas de CFC o "clorofluorocarburos" (jajaja, me podré olvidar de muchas cosas pero de esta palabrita jamás).
No se cuando comenzó mi interés por el cambio climático. Pero creo que dejé claro que el "bichito" lo tengo desde hace mucho.
Hace unos días, tuvo lugar en Lima la Cumbre sobre Cambio Climático, también conocida como la Conferencia de las Partes. La COP 20 fue el esfuerzo más reciente de las naciones para tomar acuerdos de cara a la COP21 en Paris cuando se redacten los acuerdos finales que reemplazarán al Protocolo de Kioto. Con ello se buscó el compromiso de los países (principalmente los industrializados, los grandes causantes del calentamiento global) para adoptar políticas de reducción de emisiones de CO2, destinando a la par ayuda financiera para la creación de un Fondo Verde de adaptación al cambio climático, que ayude a los países pobres a mitigar el impacto del efecto invernadero (¿verdad que parece ensañarse con estos países?).
A propósito de la COP20, en casa revisamos las medidas que estamos tomando para reducir nuestra huella ecológica. Usamos tecnología LED en todo lo que podemos como televisores y luces de la casa, por ejemplo. Conocemos el consumo de cada uno de nuestros aparatos eléctricos. Ahorramos combustible dejando remojar las cosas desde la noche anterior. Secamos la ropa al natural. Nuestro sistema de consumo de agua también es ahorrador. Tenemos plantas artificiales en vez de naturales. Usamos las cosas tecnológicas hasta que ya no sirvan. Y hacemos un plan de adquisiciones, para comprar aquello que verdaderamente necesitamos, que nos ayude a ahorrar (en el largo plazo) y que eleve nuestra calidad de vida y la de los demás.
¿Y qué harás para reducir "tu" huella ecológica?
Espero haberte metido el bichito. Y que se lo contagies a otros.
PD. Apunte para la semana: Necesito una refrigeradora más ahorradora!
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Disclaimer: El presente blog no ha sido producido por una profesional en el sector salud. Si tiene una condición médica, consulte con un facultativo.
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